Un invento sin futuro
A nosotros, los vecinos de enfrente, la mujer de Baltasar nos invitaba de vez en
cuando a su casa a ver la televisión. Estaba en una sala pequeña, conuna ventana que daba a la calle. Mi hermana y yo nos sentábamos en el suelo, delante del aparato, hechizados1, pero
los mayores nos decían que nos echáramos hacia atrás, que el brillo de lapantalla nos haría
daño a los ojos, que nos quemaríamos vivos si de pronto estallaba. Mi padre, siempre
reservado, prefería no unirse a nosotros. Se quedaba en casa escuchando la radio, o seiba a
acostar muy pronto, porque madrugaba siempre mucho para ir al mercado. Decía que aquel
invento no tenía ningún porvenir: quién iba a conformarse con aquella pantalla tan pequeña,con las imágenes confusas en blanco y negro, cuando era tan hermosa la lona2 tensa y blanca de los cines de verano, tan vibrantes los colores en ella, el cielo inmenso de las películas del Oeste,el color de esmeralda de las aventuras de piratas, los rojos de las capas y los oros de los cascos de los centuriones en las películas de romanos en tecnicolor. Pero mi madre, mi
hermana, misabuelos y yo, cruzábamos los pocos pasos que nos separaban de la casa de
Baltasar como si fuéramos a asistir a una fiesta o a un espectáculo de magia, tomábamos
asiento y esperábamos a que eltelevisor, después de encendido, « se fuera calentando ».
Cuando las imágenes ya se veían bien definidas Baltasar ordenaba con su voz grave y pastosa, « apagad la luz ».
Veíamospelículas, veíamos concursos, veíamos noticiarios, veíamos anuncios,
veíamos transmisiones de la santa misa, veíamos partidos de fútbol y corridas de toros,
veíamos series de detectives quehablaban siempre con un extraño acento que era vagamente
sudamericano, pero que para nosotros era, sin más, la manera de hablar de los personajes de
las películas y de las series. Pero…